2010

Éste año se cumplen cien y doscientos años de los inicios de las dos gestas bélicas más importantes de México como nación. El año de 1810 marca la iniciación de la guerra de independencia con la Península Ibérica o España, que nos tuvo sojuzgados por más de trescientos años. El poder que ejercían los Iberos en la colonia hasta antes de la firma de los “Tratados de Córdoba” el 24 de Agosto de 1821 y que reconocía finalmente la independencia de la Nueva España era monstruosa, no existía ninguna actividad social, económica y desde luego política en que no estuviera presente esa clase privilegiada que tanto se benefició de ello y que al cabo del tiempo no dejaba de inmiscuirse en asuntos propios de la incipiente nación llamada México, de ahí la llegada del primer Emperador Mexicano en 1822: Don Agustín de Iturbide o Agustín I. de México, como se autoproclamó, hasta abdicar en 1823 después de ser derrotado por la oposición liberal que ansiaba una república y exiliado a Europa hasta 1824, de donde a su regreso fue pasado por las armas por traición a la patria.
Hasta 1854 los vaivenes sociales de México fueron muchos, Antonio López de Santa Anna había sido presidente de la nación durante diez ocasiones y en sus cuestionados mandatos había entregado medio país a los norteamericanos. La “Alta California” y “Tejas”, que no Texas como se le conoce ahora, formaban parte integral de nuestro territorio y fueron “convenientemente” negociados con nuestros abusivos vecinos del norte. El “Plan de Ayutla” proclamado por Florencio Villareal, Juan N. Álvarez e Ignacio Comonfort dio al traste con los deseos reeleccionistas de Santa Anna, el cual en 1855 partió hacía Colombia y cuenta la historia que estuvo a punto de ser parte de la corte de Maximiliano, pero el joven archiduque lo desdeño alegando la mala fama del inicuo ex presidente.
El primero de Octubre de 1855 Don Juan N. Álvarez llega a Cuernavaca, y desde aquí proclama la Nueva República, en los escasos treinta y ocho días de su mandato logra colocar entre otros magníficos personajes, a Ignacio Comonfort, Guillermo Prieto, Melchor Ocampo y Benito Juárez García en su gobierno. Dos disposiciones fundamentales para la república se tomaron en ese momento, la denominada “Ley Juárez” que proclamaba la convocatoria al congreso que elaboraría la Constitución de 1857, y la abolición del fuero militar y eclesiástico. Cabe mencionar, que el gobierno que encabezó efímeramente Don Juan N. Álvarez, tuvo su sitio oficial, en lo que vergonzosamente es el día de hoy un comercio en donde se venden calzones y que durante años albergó con dignidad al antiguo “Hotel Palacio”. Una falta más para el INAH y la Secretaría de Turismo.
Para 1859 y 1860 se proclaman las “Leyes de Reforma”. Benito Juárez completa a la Constitución de 1857 con mandatos que ponían en orden a la Iglesia Católica en sus propiedades y establecía la libertad de cultos, que era quitarle de tajo el monopolio absurdo de la creencia religiosa a la iglesia católica y rendirle pleitesía al Papa romano y sus obispos. De Mayo de 1864 a Junio de 1867 Maximiliano de Habsburgo rige a México-Cuernavaca fue punto toral en esta época-el Segundo Imperio Mexicano termina abruptamente, cuando Benito Juárez García lo pasa por las armas en el Cerro de las Campanas en Querétaro, dando por terminada una época aciaga para la república.
Después de mucho intentarlo, Porfirio Díaz Mori llega a ser Presidente de México el 5 de Mayo de 1877, interrumpido solo en 1880 y 1884, la dictadura de Díaz fue en momentos de crecimiento y en momentos de profunda represión. Auxiliado en las labores de gobierno por los “científicos”, Don Porfirio dio auge a los ferrocarriles y a la inversión extranjera, poniendo en manos de solo unos cuantos el poder económico de México. La minería fue unos de los rubros consentidos de Díaz, llegando a derogar las “alcabalas”, que no eran otra cosa, que impuestos regionales que los estados de la república cobraban a industriales y comerciantes, haciendo con ello el transito más lento de alimentos y mercancías en la República Mexicana.
Las artes y la cultura tuvo finalmente un apogeo importante en el país, Don Porfirio entendió que una nación que carecía de identidad, difícilmente podría saber en donde estaba cimentada.
El problema de Díaz fue haberse olvidado de los pobres, el oaxaqueño se olvidó de sus raíces liberales y se dedicó a beneficiar a una clase económica rapaz y corrupta, que día con día ambicionaba más y más del pastel económico de su época. Así nacen las inquietudes revolucionarias de Flores Magón, Serdán, Madero, Zapata y Villa entre otros en 1910, la inequidad entre los que más tenían y aquellos que no poseían nada fue atroz, llegando a la vergüenza de que solo ochocientas familias controlaban la actividad económica de México. Muy semejante a lo que sucede actualmente en éste 2010.
¿Qué tenemos que celebrar? Seguimos con un gobierno que solo beneficia a los ricos, actualmente son solo cuatrocientas familias las que controlan la economía del país. Nuevos bandoleros como Villa en su época-ahora se llaman narcos-nos tienen en la zozobra diaria y los políticos-y sus partidos-solo ven para sus intereses, bueno, hasta la iglesia católica a perdido su rumbo.
¿Quién representa al pueblo? nadie. No hay nada que celebrar.
JABONAZO
¿Quién pagará por las muertes de inocentes en Altitude? Sr. Gobernador, Ud. fue elegido por Morelenses. ¿Qué espera?








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