El Engaño

Corría el plazo de campaña para la gubernatura de Morelos el año pasado. Todos los candidatos hacían promesas a diestra y siniestra, todos tocaban sin duda el álgido asunto de la inseguridad y prometían acabar con ella a la brevedad. El candidato de las izquierdas no fue la excepción, así es, Graco Ramírez prometió a pobres y a ricos, a católicos y judíos, a negros y blancos, que acabaría con la violencia y la inseguridad en un término de dieciocho meses después de su toma de protesta el 1 de octubre del 2012. La realidad es otra después de casi trece meses de un gobierno de trompicones y claroscuros.

El periodo de transición del gobierno saliente al gobierno entrante fue de alrededor de noventa días, en ellos el gobernante electo tiene la obligación política y moral de enterarse del tamaño de la problemática que recibirá en breve plazo, sin embargo pareciera que este periodo solo fue para robustecer sus alianzas impronunciables con aquellos que le metieron dinero a la campaña.

Aquí lo dijimos con pelos y señales, sostuve y lo sostengo, que el gobierno de Morelos estaba perdiendo-perdió-tiempo valiosísimo para la integración del Plan Estatal de Desarrollo. Los foros de consulta de los distintos sectores de la sociedad jamás se llevaron a cabo y eran ellos los que debieron de haberle dado la pauta a seguir al gobierno entrante, por sobre todo en los rubros de desarrollo económico, seguridad pública y procuración de justicia. Al final el PED solo fue un mamotreto más que sirvió para cumplir con la legislación vigente en materia de programación, que pena.

El primero de octubre del 2012 Graco Ramírez tomó protesta como gobernador de Morelos. Se le cumplió el primero de sus caprichos, así es, la Cámara de los Diputados local en pleno se tuvo que trasladar a la plancha de la Plaza de Armas de Cuernavaca, Emiliano Zapata Salazar, y desde allí pronunció el primero de sus múltiples discursos a la sociedad de Morelos, ahí en ese acto republicano y protocolario afirmó, refiriéndose a la inseguridad: “Vamos a actuar en este Estado con un mando coordinado, constituyendo una sola policía preventiva y de seguridad ciudadana. Fijamos un plazo de dieciocho meses para ir cumpliendo con cada una de las etapas”.

Y los Morelenses le creímos, muchos, los más, a regañadientes aceptamos que el gobernante se había auto impuesto el plazo de un año y medio para poner en paz la tierra de Zapata. Era tan enorme el desastre que se suscitó con la caída y muerte de Arturo Beltrán Leyva aquel 16 de diciembre del 2009 en Cuernavaca y los amoríos de Sergio Estrada con la delincuencia organizada, que parecía de alguna manera lógico que se hablara de ese tiempo. Muchos pensamos que el gobernante de Morelos solicitaría la ayuda del gobierno federal y veríamos en las calles de las ciudades más importantes del Estado presencia nacional como en los últimos seis meses del gobierno de Marco A. Adame, presencia federal que el propio gobernador Ramírez urgió al gobernador Adame cuando éste era senador de la república.

Así empezamos el gobierno de Ramírez, no había lugar en donde fuera invitado el titular del poder ejecutivo y en el cual no mencionara que el plazo era de dieciocho meses para restablecer la paz y la concordia en Morelos. Vaya llegó al grado de ofrecer su salida del puesto si no cumplía en ese plazo con restablecer la seguridad en la entidad federativa.

Dos marchas del silencio, más de trescientos asesinatos en lo que va del año, doscientos veintiséis secuestros, extorsiones al por mayor, robos a casa habitación como nunca, asaltos a mano armada en las esquinas de las calles de Cuernavaca y el estupendo programa de la periodista Denise Maerker titulado “Adiós a la Primavera”, además de las cifras del Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública de la SEGOB que ponen a Morelos en el poco envidiable primer lugar en secuestros a nivel nacional, seis veces por encima de la media nacional, dieron al traste con el plazo que se impuso el gobernador Ramírez.

El lunes pasado nos desayunamos los Morelenses con la poco afortunada declaración del gobernador Graco Ramírez recomponiendo el discurso y acomodándolo a que los dieciocho meses se referían solo al establecimiento de una estrategia en seguridad pública y no a la pacificación y tranquilidad de la entidad. En pocas palabras, fuimos llevados de la mano por un enorme engaño por parte del titular del poder ejecutivo, que ni se va, ni acepta pedir ayuda al gobierno federal en la debacle de inseguridad que vivimos.

El engaño…

JABONAZO

Miguel Ángel Rosete fue amenazado en su oficina por gente extraña que defendía al gobernador. Un jefe de la PGJ pidió informes de él en una hora y Rosete cuenta con el oficio. ¿Represión o coincidencia?






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